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Tras el Último Viaje de Jesús, recibimos tantísimas muestras de como Jesús dejó huella en toda persona que le conoció. Queremos compartir una carta que recibimos, que nos emocionó particularmente:

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Hoy día de Pentecostés, me he venido a la Estación de El

Espinar, en la provincia de Segovia. Tocaba trabajar en una parcela

que un día fue de mi abuela y a la que venía de pequeño y en la

que tantos días y noches he pasado.


Cerca de la parcela hay una pequeña iglesia a la que venía de

pequeño. Entonces oficiaba el padre Jesús que pocos años después

se fue a Mozambique de misión.


De vez en cuando venía por España y mis padres que le tenían

mucho cariño le seguían la pista y nos invitaban a seguirle.

Alguna misa suelta, visitas fugaces a verle cuando se recuperaba en

España de alguna enfermedad allí contraída, la celebración de

las bodas de oro mis padres en la que acabamos bailando al son de la

canción mozambiqueña que el Padre Jesús se empeñaba en

enseñarnos,.... Era un sacerdote especial para mí familia y lo era

para mí. Un sacerdote especial, importante para los grandes

momentos.


Hacía mil años que no venía a esta iglesia y hoy me he escapado

para venir a misa en esta antigua y apartada iglesia de pueblo.

El sacerdote nos ha recibido con una noticia. El Padre Jesús se

fue a mozambique hace unos días a celebrar allí con su gente el

ochenta cumpleaños y hoy por la mañana, día de pentecostés,

murió tras un ictus que sufrió hace unos pocos días.


A veces uno mira al cielo buscando a Dios. Otras veces uno mira al

cielo con los ojos muy abiertos para que no se le escapen las

lágrimas que inundan sus ojos.


Hoy día de Pentecostés en la misa me ha costado no sentir al

espíritu santo gritándome, "¿y tú qué?" Un día en el que él

Espíritu Santo grita "id al mundo entero y proclamad el evangelio"

y uno piensa que el Señor hace muy bien las cosas, porque los

envía en misión con el Espíritu Santo y nos recibe de esa misión

con el mismo Espíritu que un día fue envío, que hoy es amor y que

mañana será morada.


Qué casualidad tan grande. Mil años sin venir a esta iglesia y

hoy, precisamente hoy, vengo para celebrar Pentecostés y de pronto

verme recordando al sacerdote de niñez, al de mis padres. Un

sacerdote que habla de pedir cuando necesitas y dar cuando tienes

sin humillar a quien lo recibe.


Qué preciosa misa, mirando al cielo para que no se me escapasen

las lágrimas de un recuerdo, el amor de un presente, o la

providencia de un futuro.


Me sorprende que los hombres Santos, los que un día se van del

mundo para construir el cielo entre los pobres, pasen

desapercibidos.


Desapercibidos para los hombres. Los más queridos para Dios.

Hoy en la misa ha sonado de forma especial cada frase de la

secuencia de pentecostés.

Todas, cada una.


Es curioso cómo lo que tanto significa para uno para otros puede

no significar nada cuando sólo mira las cosas del mundo.

Es curioso como lo que tanto significa para uno puede tener

sentido para otros si miramos las cosas de Dios.


Ven Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre,

don en tus dones _espléndido.

Luz que penetras las almas,

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo.

Tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego.

Gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma

divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del alma

si tú le faltas por dentro.

Mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo.

Lava las manchas.

Infunde calor de vida en el hielo.

Doma el espíritu indómito.

Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones

según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito.

Salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.

 
 
 

Esta Semana Santa puedes aportar tu granito de arena en Madrona! La Asociación de Vecinos ha organizado un mercadillo solidario que apoya a asociaciones benéficas, incluyendo a Kupfunana. Gracias vecinos, vecinas y amigos por vuestro apoyo siempre, y por siempre vivir el espíritu de Kupfunana. Nos vemos en Madrona!


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