
Una bella historia continúa
Kupfunana
Desde muy joven quise ser cura y misionero en África, pasión que no olvidé durante los catorce años que estuve de párroco en La Estación de El Espinar. El día de mi despedida, una voz concentró el sentimiento que me sigue uniendo a esa comunidad: “¡No te marchas, te mandamos!”
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El 1 de enero de 1985, comencé a cumplir mi sueño. Cuando llegué a Mozambique, era el tercer país más pobre de África. Pronto entendí que, si quería enseñar algo, tenía mucho que aprender, empezando por su cultura, sus lenguas y la miseria de los suburbios, no exenta de alegría. Poco a poco, también comprendí que la clave no era hacer muchas cosas para la gente pobre, en un clima paternalista y caritativo, sino con la gente.
Yo lo llamo Kupfunana.
Los primeros años los pasé en Beira, implicado en la construcción y mantenimiento del Seminario Bon Pastor. Firmada la paz, tras una larga guerra civil, pude volcarme en mi vocación de misionero, haciéndome cargo de la Misión de Sabie, al sur del país, en la provincia de Maputo. La primera demanda de los nativos era acercar la atención sanitaria a sus poblados, pues el pequeño hospital más cercano estaba a más de 60 kilómetros.
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Muchos proyectos de cooperación en África caen pronto en desuso, por la falta de participación en ellos de los destinatarios, así que había que implicar desde el principio a los nativos, “con la gente”, tanto en la construcción de los nuevos centros de salud como en su conservación. En 2008 se construyó el primer centro y luego nueve más, dentro de un área de 3.000 kilómetros cuadrados, en solo dos años. Desde España, no han cesaron de llegar ayudas económicas para facilitar los materiales; por su parte, los nativos pusieron su propio trabajo. 15 años después, los consultorios siguen en pie, prestando un servicio básico.
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El segundo proyecto se centró en la rehabilitación y mantenimiento de diez escuelas que estaban en situación miserable.
En 2011 regresé a España, pero no me he olvidado un solo día de África, ni de los proyectos citados. Siempre que mi salud me lo ha permitido, he vuelto a Mozambique, ayudado por muchas personas que siguen comprometidas con esta forma de cooperación. He comprendido que, para poder tener acceso a ayudas y respaldo oficial en España, era conveniente constituirnos como Kupfunana ONG.
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Ya lo hemos conseguido, y está en proceso Kupfunana Mozambique.
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Una sola palabra del idioma changana que en castellano se traduce con cuatro: ayudarse unos a otros.
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Este es el espíritu Kupfunana.